Aunque se presenten opuestos, los actos de Salta y de Rosario están dominados por los mismos intereses: los del capital agrofinanciero.
En Rosario, la Sociedad Rural reclamará el derecho al precio internacional pleno de la soja y los demás cereales, algo que pagarán los consumidores argentinos con una mayor carestía.
Por su parte, Cristina de Kirchner levantará su tribuna en la provincia donde la patria sojera provocó la expulsión masiva de campesinos de sus tierras y la tala masiva de bosques, sin que por eso el pueblo de Salta haya visto mejorar su condición en la más mínimo. Mientras Cristina levante su voz, sus ministros, en voz baja, aseguran que el "mercado de futuros" de los cereales no será afectado, anticipando la capitulación oficial ante los reclamos del capital agrario.
Los intereses sociales que dominan en uno y otro polo son antagónicos al interés de la mayoría trabajadora.
El Partido Obrero, que no concurre a ninguno de los dos actos dominados por la "patria sojera", llama a los trabajadores del campo y la ciudad a unirse en la lucha por un salario equivalente a la canasta familiar, por la nacionalización del comercio exterior y los puertos privados y por una reorganización de la economía nacional bajo la dirección de los trabajadores.