Son muchos aún los que piensan que el gobierno actual es progresista o nacional. En especial cuando observan a los Cacciatore-Macri, que reduce becas y premia la especulación inmobiliaria; a los Duhalde o incluso a Carrió, que ya ‘prometió' que su candidato porteño va a ser un hijo dilecto del Citibank - el ex Banco Central, Prat Gay.
Pero ese carácter ‘nacional' no solamente lo desmiente el pago ‘cash' al Club de París, que para colmo tiene por objetivo aceitar el financiamiento exterior para la patria contratista nativa -la de los Ciriglianos o Tasellis, entre otros mucho más importantes que ellos.
El gobierno muestra su carácter reaccionario cuando utiliza los poderes del Estado y de los medios de comunicación para desatar una campaña de persecución política contra la izquierda para defender, de nuevo, a Cirigliario -el concesionario de TBA.
Lo mismo ocurre cuando declara zona liberada el área donde está programada una conferencia de prensa del Cuerpo de Delegados del Subte, para que pueda operar con comodidad la barra brava del jefe de la UTA, en este caso para defender a otro concesionario -Benito Roggio.
En el caso del incendio de los trenes del Sarmiento, el gobierno mandó a ejecutar la tarea sucia del macartismo a un profesional en esos menesteres, el ministro Aníbal Fernández, el mismo, sí, que organizó la represión, en 2002, a la manifestación en Puente Pueyrredón, y luego adjudicó el crimen de Kosteki y Santillán a un ‘enfrentamiento entre piqueteros'.
Los familiares y compañeros de Kosteki y Santillán lo siguen considerando uno de los autores político-intelectuales de sus muertes.
Fernández preparó su libreto con el sonriente Massa y se hizo acompañar por Skanska Stornelli, el fiscal que renunció a investigar un desfalco con graves implicancias para el gobierno a cambio de una mesada ministerial.
Pero al cabo de una semana, el provocador Fernández no presentó ninguna prueba de sus acusaciones, mientras en Olavarría se producía otra asonada popular contra una demora ¡de ocho horas! del ‘expreso' Bahía Blanca-Constitución.
El periodista Raúl Kolman reflexionó, por radio, que esta situación exigía el inmediato juicio político al ‘bocón' de Justicia y Seguridad.
In-cues-tio-na-ble-men-te, decimos nosotros y, además, agregamos, el de su cómplice, Massa, jefe de Gabinete, un nacionalista popular de la Ucedé de Alsogaray.
El reclamo de Kolman prueba que la provocación de Fernández-Massa-Stornelli contra la izquierda comenzó a adquirir los contornos de una crisis política.
De todos modos, el gobierno kirchnerista está naufragando bajo el impacto de factores más poderosos.
El default de los gigantes hipotecarios norteamericanos ha desatado un derrumbe financiero mundial y, más modestamente, obligado a la señora Cristina ¡a suspender el pago al Club de París!
¡Que gobierno tan previsor! ¡Que sagacidad la de los opositores que aplaudieron ese desfalco!Peor aún, el default de los yanquis oficializó el derrumbe de Brasil, que sufre una enorme sangría de capitales y que tuvo la mala fortuna de recibir un elogio de la Presidenta en las vísperas del diluvio.
¿Hace falta decir que la caída de la convertibilidad brasileña pondrá un fin definitivo al ‘modelo' agonizante de los kirchneristas?
Una vez más, el capital no tiene salida para los pueblos.
La crisis actual, que no es otra cosa que la crisis de un régimen social que ha impuesto sus leyes en todo el planeta, está generando una onda masiva de desalojos, despidos, pauperización, inseguridad social.
Tenemos que poner fin, políticamente, a las andanzas de pigmeos como los Fernández y los Massa, y conquistar toda la libertad de organización y de acción necesarias para reemplazar al régimen de los explotadores por un régimen de los que viven de su trabajo.
Pero ese carácter ‘nacional' no solamente lo desmiente el pago ‘cash' al Club de París, que para colmo tiene por objetivo aceitar el financiamiento exterior para la patria contratista nativa -la de los Ciriglianos o Tasellis, entre otros mucho más importantes que ellos.
El gobierno muestra su carácter reaccionario cuando utiliza los poderes del Estado y de los medios de comunicación para desatar una campaña de persecución política contra la izquierda para defender, de nuevo, a Cirigliario -el concesionario de TBA.
Lo mismo ocurre cuando declara zona liberada el área donde está programada una conferencia de prensa del Cuerpo de Delegados del Subte, para que pueda operar con comodidad la barra brava del jefe de la UTA, en este caso para defender a otro concesionario -Benito Roggio.
En el caso del incendio de los trenes del Sarmiento, el gobierno mandó a ejecutar la tarea sucia del macartismo a un profesional en esos menesteres, el ministro Aníbal Fernández, el mismo, sí, que organizó la represión, en 2002, a la manifestación en Puente Pueyrredón, y luego adjudicó el crimen de Kosteki y Santillán a un ‘enfrentamiento entre piqueteros'.
Los familiares y compañeros de Kosteki y Santillán lo siguen considerando uno de los autores político-intelectuales de sus muertes.
Fernández preparó su libreto con el sonriente Massa y se hizo acompañar por Skanska Stornelli, el fiscal que renunció a investigar un desfalco con graves implicancias para el gobierno a cambio de una mesada ministerial.
Pero al cabo de una semana, el provocador Fernández no presentó ninguna prueba de sus acusaciones, mientras en Olavarría se producía otra asonada popular contra una demora ¡de ocho horas! del ‘expreso' Bahía Blanca-Constitución.
El periodista Raúl Kolman reflexionó, por radio, que esta situación exigía el inmediato juicio político al ‘bocón' de Justicia y Seguridad.
In-cues-tio-na-ble-men-te, decimos nosotros y, además, agregamos, el de su cómplice, Massa, jefe de Gabinete, un nacionalista popular de la Ucedé de Alsogaray.
El reclamo de Kolman prueba que la provocación de Fernández-Massa-Stornelli contra la izquierda comenzó a adquirir los contornos de una crisis política.
De todos modos, el gobierno kirchnerista está naufragando bajo el impacto de factores más poderosos.
El default de los gigantes hipotecarios norteamericanos ha desatado un derrumbe financiero mundial y, más modestamente, obligado a la señora Cristina ¡a suspender el pago al Club de París!
¡Que gobierno tan previsor! ¡Que sagacidad la de los opositores que aplaudieron ese desfalco!Peor aún, el default de los yanquis oficializó el derrumbe de Brasil, que sufre una enorme sangría de capitales y que tuvo la mala fortuna de recibir un elogio de la Presidenta en las vísperas del diluvio.
¿Hace falta decir que la caída de la convertibilidad brasileña pondrá un fin definitivo al ‘modelo' agonizante de los kirchneristas?
Una vez más, el capital no tiene salida para los pueblos.
La crisis actual, que no es otra cosa que la crisis de un régimen social que ha impuesto sus leyes en todo el planeta, está generando una onda masiva de desalojos, despidos, pauperización, inseguridad social.
Tenemos que poner fin, políticamente, a las andanzas de pigmeos como los Fernández y los Massa, y conquistar toda la libertad de organización y de acción necesarias para reemplazar al régimen de los explotadores por un régimen de los que viven de su trabajo.