viernes, 28 de noviembre de 2008

APAGONES

La oleada de apagones masivos que sacude a la Capital y al conurbano no puede justificarse por el "pico de demanda". El consumo de energía cayó ostensiblemente en el comercio y en la industria: los cortes de luz, por lo tanto, desnudan el derrumbe completo del sistema de distribución eléctrica en manos de los "viejos" y "nuevos" privatizadores. Las renegociaciones de los contratos de concesión le han permitido a los pulpos eléctricos desinvertir con la venia del gobierno. En 2005, los Kirchner autorizaron a Edesur a invertir un 40% menos de lo programado, y un 30% menos en 2006. Según De Vido, la inversión restante se realizaría a través de fideicomisos oficiales: pero el dinero de éstos fue desviado a la compra de títulos públicos.
Edenor, por su parte, pasó a manos del empresario kirchnerista Mindlin (grupo Dolphin) en 2005. Ese mismo grupo controla otras actividades cruciales del sistema eléctrico -Transener-, donde abundan las maniobras bursátiles, pero no la inversión.
Cuando Dolphin se quedó con Edenor, De Vido prometió el "relanzamiento" de la distribuidora. Hoy, lo que está "a la vista" son las velas y los cacerolazos. Pero el presidente de Edenor ya se encargó de culpar a las "bajas tarifas" de los cortes. Los pulpos quieren justificar un tarifazo.
Los cortes masivos sacan a la luz un doble fracaso: el de las privatizaciones menemistas, y el de la burguesía kirchnerista, idéntica a las anteriores en materia de vaciamiento y desinversión.
Planteamos: inmediata intervención de Edesur y Edenor, bajo control de comités electos de trabajadores y usuarios. Resarcimiento a los consumidores afectados contra la presentación de una declaración jurada sin dilaciones judiciales y burocráticas (existen medios técnicos para verificar rápidamente el lapso de la interrupción del servicio); por un plan de inversiones bajo control obrero y popular, en base a un fondo de capital que debe constituirse con los aportes no realizados por los vaciadores. Organicemos asambleas populares en cada cacerolazo, para llevar este reclamo al Estado.