Los pulpos capitalistas están recibiendo billones de dólares de sus Estados, que nunca estuvieron disponibles, ni en una mínima parte, para salarios, educación, salud o vivienda.
Mientras tanto, millones de trabajadores son suspendidos o despedidos y los gobiernos reducen los gastos sociales.
En este mismo momento, General Motors, Ford y Chrysler están ‘peleando', en EEUU, la entrega de un subsidio (en realidad una primera cuota) de 25 mil millones de dólares, pero a condición, eventualmente, de que reduzcan el convenio laboral y despidan trabajadores.Los gobiernos y sus alcahuetes ni siquiera se molestan en esconder el carácter capitalista del ‘salvataje' que están emprendiendo con el dinero de los contribuyentes o con una nueva deuda pública colosal, y expropiando siempre a los trabajadores de sus salarios y de sus fondos de pensiones y de sus jubilaciones.
En Argentina pasa exactamente lo mismo, a pesar de los cacareos ‘nacionales y populares' de la claque que rodea al matrimonio gobernante; los opositores son, sin embargo, aún peores que ellos, porque reclaman devaluar la moneda (o sea pauperizar a las masas) y un ajuste fiscal para pagar la deuda pública.
Pero las suspensiones y los despidos ni siquiera mosquean a la burocracia sindical, la tiene sin cuidado, y menos aún el deterioro de los salarios provocado por la inflación.A Moyano se le ha ocurrido ahora proponer una ley contra los despidos, después de haber negado que se estuvieran siquiera produciendo.
Pero ni el proyecto de ley cegetista frena los despidos -ni siquiera tiene en cuenta las suspensiones-, ni tampoco habrá ley, porque para eso será necesario que el Ejecutivo presente un proyecto por su cuenta en las sesiones extraordinarias.
El colmo del engaño es que el proyecto de Moyano pretende imponer una doble o triple indemnización contra los "despidos injustificados", entre los que no figuran la disminución o falta de trabajo.
¡Pero la crisis consiste en eso: en la caída de la producción y en la reducción del trabajo o incluso el cierre de la empresa!Moyano y Yasky nos están verseando, están perdiendo nuestro tiempo: quieren pasar el verano o están esperando un milagro que les permita seguir indiferentes ante la crisis que se descarga en forma brutal contra todas las clases laboriosas.
Ante una crisis capitalista como la que está en curso -en realidad, un derrumbe de las estructuras y relaciones sociales de base capitalista- hay que prohibir el despido que la clase capitalista presenta como ‘justificado' y hay que repartir el pool de horas de trabajo disponibles entre la totalidad de los trabajadores sin afectar el salario; hay que expropiar y reabrir toda empresa que cierre.
¡Que la crisis capitalista la pague el capital, de sus reservas acumuladas!
Solamente una defensa enérgica y vigorosa del derecho al trabajo obligará a la clase capitalista y a su gobierno a intervenir en el proceso económico, para estimular la demanda de consumo y de inversión; fuera de una presión obrera, la reactivación por medio de la intervención estatal quedará solamente en la palabra.
Naturalmente, el Estado capitalista presente es incapaz de producir una real reactivación en el marco de la crisis capitalista, porque para ello debería tomar a su cargo al menos una parte del capital existente e invertirlo en la infraestructura y la producción; o sea, debería chocar con la propia clase que debe defender.
Pero esta incapacidad, si queda expuesta en la práctica, servirá para esclarecer a los trabajadores acerca de la necesidad de ir más lejos, o sea de asumir la dirección económica y política del país para defender la integridad física y moral de las familias trabajadoras.En base a esta conclusión llamamos a adoptar iniciativas de lucha contra cualquier suspensión y despido, y a exigir huelgas a los sindicatos, regionales y a la CGT y la CTA para defender los puestos de trabajo.
Debatamos la situación con los compañeros de trabajo y también formemos grupos por empresa o barrio, o por pueblo o ciudad, para denunciar las suspensiones y despidos, y para promover con esta denuncia un movimiento masivo por una salida obrera, popular y socialista al derrumbe histórico y social del capitalismo.
Mientras tanto, millones de trabajadores son suspendidos o despedidos y los gobiernos reducen los gastos sociales.
En este mismo momento, General Motors, Ford y Chrysler están ‘peleando', en EEUU, la entrega de un subsidio (en realidad una primera cuota) de 25 mil millones de dólares, pero a condición, eventualmente, de que reduzcan el convenio laboral y despidan trabajadores.Los gobiernos y sus alcahuetes ni siquiera se molestan en esconder el carácter capitalista del ‘salvataje' que están emprendiendo con el dinero de los contribuyentes o con una nueva deuda pública colosal, y expropiando siempre a los trabajadores de sus salarios y de sus fondos de pensiones y de sus jubilaciones.
En Argentina pasa exactamente lo mismo, a pesar de los cacareos ‘nacionales y populares' de la claque que rodea al matrimonio gobernante; los opositores son, sin embargo, aún peores que ellos, porque reclaman devaluar la moneda (o sea pauperizar a las masas) y un ajuste fiscal para pagar la deuda pública.
Pero las suspensiones y los despidos ni siquiera mosquean a la burocracia sindical, la tiene sin cuidado, y menos aún el deterioro de los salarios provocado por la inflación.A Moyano se le ha ocurrido ahora proponer una ley contra los despidos, después de haber negado que se estuvieran siquiera produciendo.
Pero ni el proyecto de ley cegetista frena los despidos -ni siquiera tiene en cuenta las suspensiones-, ni tampoco habrá ley, porque para eso será necesario que el Ejecutivo presente un proyecto por su cuenta en las sesiones extraordinarias.
El colmo del engaño es que el proyecto de Moyano pretende imponer una doble o triple indemnización contra los "despidos injustificados", entre los que no figuran la disminución o falta de trabajo.
¡Pero la crisis consiste en eso: en la caída de la producción y en la reducción del trabajo o incluso el cierre de la empresa!Moyano y Yasky nos están verseando, están perdiendo nuestro tiempo: quieren pasar el verano o están esperando un milagro que les permita seguir indiferentes ante la crisis que se descarga en forma brutal contra todas las clases laboriosas.
Ante una crisis capitalista como la que está en curso -en realidad, un derrumbe de las estructuras y relaciones sociales de base capitalista- hay que prohibir el despido que la clase capitalista presenta como ‘justificado' y hay que repartir el pool de horas de trabajo disponibles entre la totalidad de los trabajadores sin afectar el salario; hay que expropiar y reabrir toda empresa que cierre.
¡Que la crisis capitalista la pague el capital, de sus reservas acumuladas!
Solamente una defensa enérgica y vigorosa del derecho al trabajo obligará a la clase capitalista y a su gobierno a intervenir en el proceso económico, para estimular la demanda de consumo y de inversión; fuera de una presión obrera, la reactivación por medio de la intervención estatal quedará solamente en la palabra.
Naturalmente, el Estado capitalista presente es incapaz de producir una real reactivación en el marco de la crisis capitalista, porque para ello debería tomar a su cargo al menos una parte del capital existente e invertirlo en la infraestructura y la producción; o sea, debería chocar con la propia clase que debe defender.
Pero esta incapacidad, si queda expuesta en la práctica, servirá para esclarecer a los trabajadores acerca de la necesidad de ir más lejos, o sea de asumir la dirección económica y política del país para defender la integridad física y moral de las familias trabajadoras.En base a esta conclusión llamamos a adoptar iniciativas de lucha contra cualquier suspensión y despido, y a exigir huelgas a los sindicatos, regionales y a la CGT y la CTA para defender los puestos de trabajo.
Debatamos la situación con los compañeros de trabajo y también formemos grupos por empresa o barrio, o por pueblo o ciudad, para denunciar las suspensiones y despidos, y para promover con esta denuncia un movimiento masivo por una salida obrera, popular y socialista al derrumbe histórico y social del capitalismo.