En la reciente reunión de la UIA, la Presidenta le ofreció a los patrones una reducción de sus aportes jubilatorios si tomaban trabajadores en blanco.
En otro ámbito, más distendido, hubiera desatado una carcajada grosera.
Los patrones quieren que se les alivie el costo de echar trabajadores, no de tomarlos; por eso, entre otras razones, piden la maxidevaluación del peso.
El mismo verso recitó el marido en un acto de los camioneros, cuando dijo que bajo este gobierno el trabajo y el salario "no serán variable de ajuste".
Los alcahuetes que lo rodeaban lo aplaudieron de puro cómplices.
Porque mientras los Kirchner hablan, las patronales despiden.
Iveco, Renault y VW ya han despedido a más del 10% del personal -a los contratados, claro, que se han convertido en el chivo expiatorio, pero sólo por el momento, de la bancarrota capitalista y de la desidia de la burocracia sindical.
Entre las autopartistas, la masacre social es mayor: un 50 por ciento de la actividad.
En la construcción, la cesantía es masiva -una verdadera vuelta a la desocupación de 2002.
Por medio de los despidos, las patronales no solamente buscan resolver los efectos inmediatos de la crisis sino, por sobre todo, retrotraer las condiciones laborales en su conjunto; ¡por eso el presidente de la UIA le reclamó al gobierno mantener la ley de accidentes de trabajo en los términos en que la dejó el menemismo!
Por las mismas razones, estas patronales exigen -junto a Carrió, Macri y Lavagna-, una maxidevaluación del peso, porque esto reduciría el valor del salario real.
Para detener los despidos y las suspensiones es necesario un plan de lucha por el reparto de las horas de trabajo disponibles sin afectar los salarios.
La defensa de los trabajadores está por encima de las elevadas ganancias de los capitalistas, incluso en medio de la crisis.
Los despidos y las suspensiones forman parte también de una presión concertada de la clase patronal para devaluar el peso, con el argumento de que el tipo de cambio actual no le permitiría exportar y por lo tanto producir.
Pura falacia: si la crisis capitalista mundial les obstaculiza la exportación, siempre está el mercado interno y las enormes necesidades insatisfechas de alimentación, vivienda, vestimenta, salud, educación, infraestructura vial e industrial.
Los Kirchner están cediendo a la presión de los capitalistas con devaluaciones diarias, mientras los Carrió, Macri y Duhalde conspiran abiertamente para devaluar y aceptar un plan del FMI.
La devaluación del peso beneficiaría a los capitalistas que han fugado 25.000 millones de dólares en los últimos 18 meses y a los que especulan contra el peso en el llamado mercado de futuros -otros 10 mil millones de dólares.
Abajo las suspensiones y despidos. Que la crisis la paguen los capitalistas. Plan de lucha. Abajo el colaboracionismo de las burocracias de la CGT y la CTA con las patronales y el gobierno. Por el reparto de las horas de trabajo sin afectar los salarios.
Mientras los gobiernos capitalistas de todo el mundo gastan billones de dólares para rescatar a bancos quebrados y a especuladores fundidos, reclamemos la nacionalización de los grandes capitales para impulsar una reactivación de las fuerzas productivas al servicio de las necesidades sociales de los que trabajan.
En otro ámbito, más distendido, hubiera desatado una carcajada grosera.
Los patrones quieren que se les alivie el costo de echar trabajadores, no de tomarlos; por eso, entre otras razones, piden la maxidevaluación del peso.
El mismo verso recitó el marido en un acto de los camioneros, cuando dijo que bajo este gobierno el trabajo y el salario "no serán variable de ajuste".
Los alcahuetes que lo rodeaban lo aplaudieron de puro cómplices.
Porque mientras los Kirchner hablan, las patronales despiden.
Iveco, Renault y VW ya han despedido a más del 10% del personal -a los contratados, claro, que se han convertido en el chivo expiatorio, pero sólo por el momento, de la bancarrota capitalista y de la desidia de la burocracia sindical.
Entre las autopartistas, la masacre social es mayor: un 50 por ciento de la actividad.
En la construcción, la cesantía es masiva -una verdadera vuelta a la desocupación de 2002.
Por medio de los despidos, las patronales no solamente buscan resolver los efectos inmediatos de la crisis sino, por sobre todo, retrotraer las condiciones laborales en su conjunto; ¡por eso el presidente de la UIA le reclamó al gobierno mantener la ley de accidentes de trabajo en los términos en que la dejó el menemismo!
Por las mismas razones, estas patronales exigen -junto a Carrió, Macri y Lavagna-, una maxidevaluación del peso, porque esto reduciría el valor del salario real.
Para detener los despidos y las suspensiones es necesario un plan de lucha por el reparto de las horas de trabajo disponibles sin afectar los salarios.
La defensa de los trabajadores está por encima de las elevadas ganancias de los capitalistas, incluso en medio de la crisis.
Los despidos y las suspensiones forman parte también de una presión concertada de la clase patronal para devaluar el peso, con el argumento de que el tipo de cambio actual no le permitiría exportar y por lo tanto producir.
Pura falacia: si la crisis capitalista mundial les obstaculiza la exportación, siempre está el mercado interno y las enormes necesidades insatisfechas de alimentación, vivienda, vestimenta, salud, educación, infraestructura vial e industrial.
Los Kirchner están cediendo a la presión de los capitalistas con devaluaciones diarias, mientras los Carrió, Macri y Duhalde conspiran abiertamente para devaluar y aceptar un plan del FMI.
La devaluación del peso beneficiaría a los capitalistas que han fugado 25.000 millones de dólares en los últimos 18 meses y a los que especulan contra el peso en el llamado mercado de futuros -otros 10 mil millones de dólares.
Abajo las suspensiones y despidos. Que la crisis la paguen los capitalistas. Plan de lucha. Abajo el colaboracionismo de las burocracias de la CGT y la CTA con las patronales y el gobierno. Por el reparto de las horas de trabajo sin afectar los salarios.
Mientras los gobiernos capitalistas de todo el mundo gastan billones de dólares para rescatar a bancos quebrados y a especuladores fundidos, reclamemos la nacionalización de los grandes capitales para impulsar una reactivación de las fuerzas productivas al servicio de las necesidades sociales de los que trabajan.