La crisis capitalista en Santa Fe tiene un signo distintivo: la creciente intervención obrera en la lucha contra los despidos y las suspensiones.
Los trabajadores de la General Motors son la referencia fundamental; su lucha es observada por toda la clase obrera. La conducta de la patronal imperialista es también un "modelo" para los demás capitalistas.
El viernes, la General Motors estuvo ocupada por unas horas. No salió el turno de la mañana y se bloqueó la entrada de una partida de 40 camiones cargados de automóviles Corsa y Vitara. Para descomprimir esta situación hubo un enorme operativo: la patronal adelantó el cierre del turno de la mañana una hora y media y armó un ‘call center' gigante para que nadie del turno tarde se presentara. Pero los trabajadores de la mañana no se querían ir y los de la tarde se presentaban a luchar.
Hubo además un operativo político de la dirección del Smata que, trabajando en común acuerdo con el gobierno de Kirchner, logró levantar la medida a cambio de una reunión dos días más tarde que no estaba prevista, por el tema despidos y suspensiones.
La dirección del Smata tiene prohibida la expresión "ocupación de la planta", pero no los trabajadores de GM de Rosario. José Rodríguez sabe que una ocupación es una referencia mundial para los millones de trabajadores automotrices del mundo. Por eso la rechaza; los trabajadores saben que es una poderosa arma sindical y política.
Los trabajadores de la GM han tomado un problema cardinal que el gobierno nacional y la ley de emergencia de Binner quieren soslayar: los despidos de contratados que se han transformado, en esta primera fase de la crisis capitalista, en el chivo expiatorio de la inmensa mayoría de las patronales de la Argentina.
El reclamo de repartir el trabajo, aun afectando el salario, es un golpe por igual a la patronal, a Kirchner y a Binner. Es una respuesta que no pudieron superar los trabajadores del neumático cuando las patronales metieron en la "congeladora" lo que serían los futuros despedidos, lo que muestra las enormes reservas de la clase obrera para enfrentar las distintas ofensivas capitalistas.
Pero Santa Fe no es sólo la General Motors: hay un gesta obrera en Villa Constitución. Los obreros de Paraná Metal también tienen ocupada su planta de hecho. Ellos y sus mujeres arrancaron una marcha histórica y un acto con 5.000 obreros sin que la UOM de Villa hubiera convocado a ningún paro. Los trabajadores de Malhe ocuparon su planta para reincorporar activistas despedidos. Los luchadores de Atilra han entrado en una gran batalla contra las patronales y la propia burocracia de su gremio en el orden nacional.
Hay una intensa deliberación en las químicas de San Lorenzo, muchas de ellas productoras de pintura para las automotrices.
Un primer plenario realizado en Rosario con 140 delegados de distintos gremios, con muchas limitaciones, ha sido un primer paso en la definición de un programa frente a la crisis. Sus resoluciones fueron ovacionadas en el acto de los metalúrgicos de Villa Constitución.
Está planteado ponerle fecha a un segundo plenario en los primeros días de febrero para que se discuta en todas las fábricas y establecimientos provinciales la elección de delegados que asistan con mandato al mismo. Hay que hacerlo de cara al país en una cancha de fútbol de Villa Constitución, profundizar su programa y aprobar un plan de lucha que se transforme en la referencia política de toda la clase obrera, de Santa Fe y del país.
Los trabajadores de la General Motors son la referencia fundamental; su lucha es observada por toda la clase obrera. La conducta de la patronal imperialista es también un "modelo" para los demás capitalistas.
El viernes, la General Motors estuvo ocupada por unas horas. No salió el turno de la mañana y se bloqueó la entrada de una partida de 40 camiones cargados de automóviles Corsa y Vitara. Para descomprimir esta situación hubo un enorme operativo: la patronal adelantó el cierre del turno de la mañana una hora y media y armó un ‘call center' gigante para que nadie del turno tarde se presentara. Pero los trabajadores de la mañana no se querían ir y los de la tarde se presentaban a luchar.
Hubo además un operativo político de la dirección del Smata que, trabajando en común acuerdo con el gobierno de Kirchner, logró levantar la medida a cambio de una reunión dos días más tarde que no estaba prevista, por el tema despidos y suspensiones.
La dirección del Smata tiene prohibida la expresión "ocupación de la planta", pero no los trabajadores de GM de Rosario. José Rodríguez sabe que una ocupación es una referencia mundial para los millones de trabajadores automotrices del mundo. Por eso la rechaza; los trabajadores saben que es una poderosa arma sindical y política.
Los trabajadores de la GM han tomado un problema cardinal que el gobierno nacional y la ley de emergencia de Binner quieren soslayar: los despidos de contratados que se han transformado, en esta primera fase de la crisis capitalista, en el chivo expiatorio de la inmensa mayoría de las patronales de la Argentina.
El reclamo de repartir el trabajo, aun afectando el salario, es un golpe por igual a la patronal, a Kirchner y a Binner. Es una respuesta que no pudieron superar los trabajadores del neumático cuando las patronales metieron en la "congeladora" lo que serían los futuros despedidos, lo que muestra las enormes reservas de la clase obrera para enfrentar las distintas ofensivas capitalistas.
Pero Santa Fe no es sólo la General Motors: hay un gesta obrera en Villa Constitución. Los obreros de Paraná Metal también tienen ocupada su planta de hecho. Ellos y sus mujeres arrancaron una marcha histórica y un acto con 5.000 obreros sin que la UOM de Villa hubiera convocado a ningún paro. Los trabajadores de Malhe ocuparon su planta para reincorporar activistas despedidos. Los luchadores de Atilra han entrado en una gran batalla contra las patronales y la propia burocracia de su gremio en el orden nacional.
Hay una intensa deliberación en las químicas de San Lorenzo, muchas de ellas productoras de pintura para las automotrices.
Un primer plenario realizado en Rosario con 140 delegados de distintos gremios, con muchas limitaciones, ha sido un primer paso en la definición de un programa frente a la crisis. Sus resoluciones fueron ovacionadas en el acto de los metalúrgicos de Villa Constitución.
Está planteado ponerle fecha a un segundo plenario en los primeros días de febrero para que se discuta en todas las fábricas y establecimientos provinciales la elección de delegados que asistan con mandato al mismo. Hay que hacerlo de cara al país en una cancha de fútbol de Villa Constitución, profundizar su programa y aprobar un plan de lucha que se transforme en la referencia política de toda la clase obrera, de Santa Fe y del país.