miércoles, 31 de diciembre de 2008

Provincias en default y economías regionales colapsadas

La crisis capitalista mundial se está haciendo sentir en las provincias a toda velocidad. Hay, por un lado, una virtual bancarrota de las finanzas públicas y, por el otro, un colapso de las llamadas "economías regionales".
"Son diez las jurisdicciones que cerrarían este año con déficit fiscal: Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Misiones, Catamarca, Tierra del Fuego, La Pampa, Jujuy, Santiago del Estero, Mendoza y Neuquén "(Ambito, 12/12). El informe señala que "seis de ellas, incluso hasta presentarían un déficit primario"; es decir que sus cuentas están en rojo, aun antes de deducir los intereses que corresponden por los vencimientos de su deuda pública. La cesación de pagos sobrevuela en varias provincias.
Buenos Aires, al frente
El pelotón está encabezado por la provincia de Buenos Aires. Algunas voces ya han advertido que muy pronto van a estar de regreso los patacones.
El presupuesto bonaerense arroja un déficit récord de 7 mil millones de pesos, aunque no contempla ningún aumento salarial.
Pero, además, el proyecto de presupuesto "incorpora 6.582.656.648 pesos del IPS y 1.467.637.000 de la Caja de Jubilaciones de la Policía" (Clarín, 24/12). El gobierno de Scioli ha prometido documentar la deuda y entregarle letras al IPS, como si esto fuera de algún valor en el marco de defaults a nivel internacional.
A la patronal agraria, Scioli le reiteró su promesa de que "el año entrante no habrá incrementos en el impuesto inmobiliario rural" (Ambito, ídem).
Uno de los sectores más vulnerables a la crisis económica internacional es la construcción. La caída es del 40 por ciento y estaría afectando a 60.000 trabajadores. "El sector de la construcción pasó de generar 50.000 puestos de trabajo a despedir durante los primeros ocho meses de 2008 más de 15 mil trabajadores" (diario hoy.net). Esto se ha acelerado en el último cuatrimestre. Afecta principalmente a las ciudades del interior, como Bahía Blanca, Mar del Plata y localidades pertenecientes a los distritos rurales en la que se pinchó la especulación inmobiliaria, que tenía su base en las superganacias acaparadas por los capitalistas del campo.
El nivel de ventas en supermercados y autoservicios viene descendiendo, y los cálculos más moderados hablan de una caída del 25 por ciento. En lo que se refiere a la industria, ya en el tercer trimestre de este año las caídas en calzados y textiles ascendieron un 40%. Este bajón se ha extendido a las industrias estratégicas, como las grandes automotrices y siderúrgicas y mecánicas. Prácticamente, todas las fabricas de este sector no están produciendo, ya sea debido a vacaciones adelantadas, suspensiones y despidos o una combinación de todas ellas.
Un capítulo especial lo constituyen los distritos agrarios. La lechería es un caso muy ilustrativo, pues los tamberos ni siquiera están recibiendo los 80 u 85 centavos acordados con el gobierno. Las empresas que monopolizan la industria lechera, sin embargo, están convocando al 'defol' (Mastellone).
El interior: un panorama desolador
El panorama se reproduce en el interior. "La casi segura caída de las exportaciones en 2009, repercutirá en las economías regionales, en especial en las provincias de menor desarrollo relativo, productoras de bienes primarios y dependientes de ventas externas como las del Norte Grande" (estudio extraído del sitio región Norte Grande). El estudio pone de relieve que "se verán mas afectadas por la crisis aquellas provincias en la que las ventas al exterior representan una porción relevante de su producción, a la vez que sus exportaciones sean principalmente materias primas y/o derivados (bienes primarios o combustibles)". Si bien hay una tendencia deflacionaria general, el precio de los ‘commodities' ha caído más que el de las manufacturas industriales.
Uno de los sectores más vulnerables por la crisis es la región del NOA, junto con la provincia de Santa Fe, dada "la elevada participación de las exportaciones en sus respectivos productos y por ser básicamente exportadores de materias primas" (ídem).
En Tucumán, a manera de ejemplo, se constata un retroceso de los principales productos regionales, con excepción del azúcar, limones, carne, arándonos y paltas. La propia crisis ha reforzado las tendencias a la concentración y a expulsión de pequeños productores. El Congreso nacional de los Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) fue testigo de las denuncias de los cañeros contra la extorsión que vienen ejerciendo los ingenios azucareros para acaparar tierras para bio-combustibles.
Tampoco se salvan de la crisis las provincias consideradas más ricas. En Mendoza, el ajo, la principal producción invernal, hace muy poco tiempo atrás en pleno apogeo, está en terapia intensiva. "Hoy no hay compradores para el ajo, consecuencia de la crisis internacional", se quejaba amargamente uno de los principales representantes de dicha actividad (diario de Mendoza). Lo mismo puede decirse de la actividad ganadera. "Sin demanda en el exterior, hay 300.000 toneladas de carne en las cámaras frigoríficas". Esto abarca no sólo provincias productoras tradicionales, como Buenos Aires, sino incluso a nuevas provincias, ya que con el auge de la soja, se ha ido desplazando la frontera ganadera a nuevas geografías del territorio nacional.
No hay prácticamente economía regional que haya quedado inmune.
Como resultado de la crisis en Estados Unidos, la situación de Corrientes, que encabeza la producción forestal de Argentina, con una producción de 9,5 millones de toneladas anuales de madera, se ha vuelto dramática. "El consumo interno sólo requiere 500.000 toneladas y por lo tanto queda un excedente de 9 millones a los que hay que encontrar un destino alternativo". Lo mismo puede decirse de la actividad ganadera. Corrientes tiene un millón de lanares, cuya comercialización está parada.
Síntesis y conclusión
Tenemos a gran parte de las provincias con sus cuentas públicas en rojo y al borde cesación de pagos, y con sus economías regionales en retroceso o colapsadas.
La bancarrota plantea la necesidad de una reorganización del país sobre nuevas bases sociales; o sea, en función de las necesidades populares.