jueves, 23 de octubre de 2008

EXIJAMOS LA NACIONALIZACIÓN DE LOS BANCOS

Para responder al ‘golpe de mercado' y a la fuga de capitales

Hasta hace pocos días, el gobierno Kirchner sostenía que su ‘modelo productivo' había blindado a Argentina contra la bancarrota capitalista mundial.
Ahora descubrió dos cosas: que tanto las AFJP como el Estado se encuentran quebrados; y que las AFJP están quebradas porque invirtieron en capitales que han sido arrastrados a la bancarrota.
Las AFJP no pueden honrar el retiro de sus afiliados, porque han aplicado el dinero acumulado en sus cuentas individuales de capitalización a comprar títulos del Estado y acciones privadas que no valen nada.
Por su lado, el gobierno se dio cuenta de que entró en cesación de pagos, y que no tiene los recursos para pagar la deuda externa en lo que falta de 2008 y en 2009.
Ante este desastre recurrió a una medida que nunca pretendió llevar adelante: estatizó las AFJP, porque de todos modos hubiera tenido que poner la plata para pagar el retiro de sus jubilados y, al mismo tiempo, se quedó con los aportes de sus afiliados para pagar la deuda externa, sumándolos a los aportes que realizan los trabajadores a la Anses.
Por medio de esta vía tortuosa, cuyo objetivo es rescatar al capitalismo de su derrumbe, los trabajadores argentinos nos encontramos con la recuperación del sistema jubilatorio para el Estado, luego de un saqueo privatizador de más de una década.
Los bancos dueños de las AFJP se embolsaron, en este período, unos 35.000 millones de dólares, por un lado en concepto de comisiones del orden del 30% sobre los aportes, por el otro como consecuencia de los negociados realizados con sus inversiones.
Millones de trabajadores quedaron cautivos del sistema privado como consecuencia de los lazos de las empresas en que trabajan con los capitalistas de las AFJP.
¡Pero no queremos la estatización para pagar la deuda a los acreedores usureros sino para mejorar la situación de los jubilados, o sea recuperar el 82% móvil!
Para eso es necesario dejar de pagar la deuda usuraria y restablecer los aportes patronales, porque la jubilación no es otra cosa que el salario, que deben pagar los patrones.
Para que el retorno de la previsión social al patrimonio público sirva verdaderamente a los trabajadores, es necesario que lo controlen y gestionen representantes electos de obreros y jubilados -no funcionarios del Estado ni tampoco burócratas sindicales.
Pero la estatización forzada de las AFJP se da en un marco de crisis más general, como lo demuestra la fuga de capitales y el ‘golpe de mercado' que los capitalistas están produciendo en la Bolsa.
Para defender las conquistas populares de esta conspiración es necesario proceder a la nacionalización sin indemnización de los bancos y del comercio exterior, y establecer el control de cambios.
Hay que prohibir las suspensiones y despidos, y establecer el reparto de las horas de trabajo sin afectar los salarios.
La estatización de emergencia de las AFJP demuestra que la crisis capitalista mundial desintegra las instituciones propias del capitalismo, y que incluso los Estados capitalistas se ven enfrentados al derrumbe de las finanzas públicas y a la cesación de pagos.
La bancarrota del capital mundial demuestra objetivamente que la sociedad no puede evolucionar en un marco de progreso si no es mediante su sustitución por un gobierno de trabajadores y por una organización internacional socialista.