Una crisis política en la Ciudad
No es un hecho casual que la primera crisis política del gobierno de Macri provenga de un enfrentamiento con el movimiento obrero de la Ciudad. A un año de gobierno, las únicas "obras" y "transformaciones" que acredita el PRO son las penurias de los hospitales públicos, el recorte de las becas estudiantiles, el desmantelamiento de los centros culturales y talleres municipales, entre otras agresiones al pueblo de la Ciudad. Desde que comenzó la huelga docente, el gobierno macrista se escuda en la "falta de fondos" o en la "imposibilidad de reasignar partidas". Nada de eso tiene la menor importancia: el nivel de "subejecución" presupuestaria -dinero no gastado- es el más alto de la historia. Las contratistas de la basura acaban de recibir un aumento de 200 millones de pesos, el doble de lo que representaría el reclamo docente. La intransigencia de Macri para con los maestros sólo tiene un significado político: para el gobierno, la huelga es una "prueba piloto" respecto de todos los movimientos de lucha de la Ciudad. Macri quiere derrotar a los docentes para "poner orden" en los hospitales, reparticiones, talleres y escuelas. Está en juego, en definitiva, la política de privatización integral de la Ciudad y de su presupuesto.
El kirchnerismo
La huelga docente porteña no sólo desafía al macrismo. El reclamo del aumento salarial docente golpea cuando las burocracias sindicales, junto al gobierno, han cerrado filas para imponer un congelamiento salarial. Ello, en nombre de una defensa de "los puestos de trabajo" que no existe, puesto que los patronales han comenzado una escalada de despidos, mientras fugan capitales del país. ¿Puede sorprender, en este cuadro, que la policía de Aníbal Fernández y Cristina se haya puesto a la orden de Macri para reprimir a los docentes porteños? Los funcionarios y sindicalistas K, desde Filmus a Baradel, han salido a repudiar la "represión de Macri", pero saben muy bien que "Mauricio" no podría tocarle un pelo a los maestros sin la Federal y sin el aval del Ministerio de Justicia. Una carpa similar, pero de la Conadu Histórica, fue desalojada días atrás frente al Palacio Pizzurno, y la misma suerte había corrido el movimiento piquetero en julio, en la Plaza de Mayo. El kirchnerismo no quiere la victoria de esta lucha, y ello se manifiesta en todas sus expresiones porteñas. El bloque legislativo K deshoja la margarita desde hace semanas, con propuestas de "reasignación" de partidas. En nombre de los trámites legislativos, la dirección sindicalista de UTE "maneja" la huelga con un régimen de paros quincenales, y rechaza un plan de lucha escalonado y progresivo. Para ello, simula una negociación que no existe, puesto que Macri mantiene su negativa cerrada a cualquier aumento.
La dirección de UTE esperaba "administrar" los paros hasta las elecciones docentes de la próxima semana. Pero Macri no ha consentido el margen para esos devaneos: él quiere la derrota de la huelga. La represión ha polarizado la situación, obligando a Ctera a declarar el paro nacional. El nuevo cuadro no deja lugar a ambigüedades, exige una política para ganar. Esto es lo que vienen reclamando, precisamente, las autoconvocatorias docentes que durante la semana pasada exigieron a UTE un paro de 72 horas. Tribuna Docente y la Lista Rosa batallan, en este cuadro, por extender las asambleas y autoconvocatorias a todo el distrito, y por una asamblea general docente de todo el distrito, que vote un plan de lucha hasta quebrar al privatizador de la Ciudad.
No es un hecho casual que la primera crisis política del gobierno de Macri provenga de un enfrentamiento con el movimiento obrero de la Ciudad. A un año de gobierno, las únicas "obras" y "transformaciones" que acredita el PRO son las penurias de los hospitales públicos, el recorte de las becas estudiantiles, el desmantelamiento de los centros culturales y talleres municipales, entre otras agresiones al pueblo de la Ciudad. Desde que comenzó la huelga docente, el gobierno macrista se escuda en la "falta de fondos" o en la "imposibilidad de reasignar partidas". Nada de eso tiene la menor importancia: el nivel de "subejecución" presupuestaria -dinero no gastado- es el más alto de la historia. Las contratistas de la basura acaban de recibir un aumento de 200 millones de pesos, el doble de lo que representaría el reclamo docente. La intransigencia de Macri para con los maestros sólo tiene un significado político: para el gobierno, la huelga es una "prueba piloto" respecto de todos los movimientos de lucha de la Ciudad. Macri quiere derrotar a los docentes para "poner orden" en los hospitales, reparticiones, talleres y escuelas. Está en juego, en definitiva, la política de privatización integral de la Ciudad y de su presupuesto.
El kirchnerismo
La huelga docente porteña no sólo desafía al macrismo. El reclamo del aumento salarial docente golpea cuando las burocracias sindicales, junto al gobierno, han cerrado filas para imponer un congelamiento salarial. Ello, en nombre de una defensa de "los puestos de trabajo" que no existe, puesto que los patronales han comenzado una escalada de despidos, mientras fugan capitales del país. ¿Puede sorprender, en este cuadro, que la policía de Aníbal Fernández y Cristina se haya puesto a la orden de Macri para reprimir a los docentes porteños? Los funcionarios y sindicalistas K, desde Filmus a Baradel, han salido a repudiar la "represión de Macri", pero saben muy bien que "Mauricio" no podría tocarle un pelo a los maestros sin la Federal y sin el aval del Ministerio de Justicia. Una carpa similar, pero de la Conadu Histórica, fue desalojada días atrás frente al Palacio Pizzurno, y la misma suerte había corrido el movimiento piquetero en julio, en la Plaza de Mayo. El kirchnerismo no quiere la victoria de esta lucha, y ello se manifiesta en todas sus expresiones porteñas. El bloque legislativo K deshoja la margarita desde hace semanas, con propuestas de "reasignación" de partidas. En nombre de los trámites legislativos, la dirección sindicalista de UTE "maneja" la huelga con un régimen de paros quincenales, y rechaza un plan de lucha escalonado y progresivo. Para ello, simula una negociación que no existe, puesto que Macri mantiene su negativa cerrada a cualquier aumento.
La dirección de UTE esperaba "administrar" los paros hasta las elecciones docentes de la próxima semana. Pero Macri no ha consentido el margen para esos devaneos: él quiere la derrota de la huelga. La represión ha polarizado la situación, obligando a Ctera a declarar el paro nacional. El nuevo cuadro no deja lugar a ambigüedades, exige una política para ganar. Esto es lo que vienen reclamando, precisamente, las autoconvocatorias docentes que durante la semana pasada exigieron a UTE un paro de 72 horas. Tribuna Docente y la Lista Rosa batallan, en este cuadro, por extender las asambleas y autoconvocatorias a todo el distrito, y por una asamblea general docente de todo el distrito, que vote un plan de lucha hasta quebrar al privatizador de la Ciudad.