Un generalizado repudio en las secciones de las fábricas, en los edificios telefónicos, oficinas del estado y distintos centros educacionales y de salud, se ha extendido contra Moyano por su declaración de que "no es el momento" de aumento salarial.
Un llamado telefónico de la Casa Rosada ha sido más importante que la presión que vienen realizando grandes fábricas como Arcor, decenas de gremios, algunos de ellos con paros como portuarios, maestros o docentes universitarios, reclamando la reapertura de las paritarias. Moyano dejó colgado del pincel al Smata que pide 50% para la rama concesionarios.
Distintas burocracias sindicales se adaptaron a pedir adicionales "no remunerativos", luego la CGT para "encauzar" las cosas pensó en un doble aguinaldo, pero terminó preacordando con el gobierno un suma única insignificante de 500 pesos a fin de año, en lo que toda la prensa argentina interpretó como una maniobra para evitar la reapertura de paritarias ante el enorme desfasaje salarial de este año y del que pasó. Moyano se ha bajado también de ese planteo final.
Moyano (y Yasky, que acompaña) han hecho la hazaña de quedar a la derecha de la recontraderecha de Barrionuevo, quien en la inauguración de la CGT Azul y Blanca, planteó la reapertura de paritarias y un 30% de emergencia, reclamo por el que no organiza ni convoca a la lucha en sus propios gremios, pero que al menos formula en los papeles.
La CGT se disciplinó como corderito a la UIA y a los gobernadores que pusieron el grito en el cielo contra el adicional salarial. La señal mayor la dio Cristina Kirchner, que después de sostener hasta el cansancio que estamos blindados ante la crisis, ahora "advirtió sobre las secuelas sociales y económicas" y dijo "actuar con responsabilidad", un eufemismo para disciplinar el gasto público por el lado de los salarios, después de haber parado la obra pública y de tener en la picota el presupuesto de las universidades y los hospitales.
Carrió, Longobardi y toda la derecha hicieron su contribución: "mentira que no nos afecta la crisis mundial, hoy el eje es defender el empleo", brutal intimidación a la clase obrera para que no reclame ante la enorme inflación por temor a los despidos. Los anticipadísimos anuncios de suspensiones y despidos de las automotrices han tenido, entre otros, el mismo objetivo.
En estas horas, la propia CGT toma ese latiguillo y se reúne de emergencia ante "las consecuencias de la devaluación brasileña sobre el empleo en la Argentina". O sea que bien leído Moyano no solo entrega el reclamo salarial frente a la inflación, sino que se sube al barco de los devaluacionistas, lo que traerá más inflación y tarifazos.
El aumento de salarios y jubilaciones va de la mano con la lucha contra las suspensiones y los despidos. Se olvidó Moyano que uno de los principales factores del "enfriamiento" de la economía es la caída de nuestro poder adquisitivo. Ante el hundimiento de los mercados externos, tenemos que impulsar el mercado interno, con los salarios, impidiendo la fuga de capitales mediante la nacionalización de la banca, estableciendo el monopolio del comercio exterior para garantizar el ingreso de las divisas y su reinversión al servicio de la reindustrialización del país.
Hay que retomar de inmediato la obra pública con el mismo fin, deteniendo la sangría del pago de la deuda externa a los mismos bancos que se van a la quiebra, disponiendo de esos fondos para la continuidad de la vivienda popular y de toda obra de infraestructura.
Impulsamos asambleas en todo el movimiento obrero, para canalizar y organizar el repudio a Moyano que hoy se corrió como reguero, reclamando a la CGT y a la CTA un congreso económico y político de organizaciones obreras, para elaborar un plan de emergencia a cargo de los trabajadores, contra el gobierno que nos entrega al capital financiero.